domingo, 21 de junio de 2009

Frívolas reflexiones sobre el paso del tiempo

Por diversos motivos -motivos superfrívolos, nada existencial- estoy pensando estos días en que me hago mayor. Pureta, vamos. Me miro al espejo y me encuentro pequeñas -pequeñas, insisto- arrugas alrededor de los ojos, en las comisuras, por aquí y allá. Sigo mirándome al espejo y veo delgadeces donde antes no había y plenas redondeces donde antes había pocas.

Mi mirada. Mi mirada se hace de señora pureta. Esa mezcla que da la experiencia y la certeza de lo efímero... Mirada de cuarentona. Cuarenta y uno, sólo. Pero en mi trabajo ya hay más jóvenes que yo. Eso me afecta, antes yo era la niña del lugar. Ahora soy de las veteranas.

Miro mis fotos y se que ahora me gusto, incluso en algunos aspectos más. Mi cara antes era más redondita, tenía cara de campesina rozagante. Ahora se me ha afilado y ya no tengo cachetes. Miro mi cara y es casi la misma pero no lo es. Hay tiempo y algunos rictus feos. Aún así me gusto más que antes.

No se me ha caído el culo. Me salieron un par de varices en la pierna derecha. No tengo manchas en la piel. El pecho si se cayó un poco, aunque no de forma escandalosa. No engordé. Tengo un poco de barriguita y una cicatriz de cesárea que me gusta lucir porque significa algo muy bello. Y tengo arrugas alrededor de los ojos. Ya no soy una chavalita fresca y apetitosa. No diré nada más.

Pd. Todo viene a cuento de haber visto, ayer por la tarde, a Paco, que tiene varios años más que yo y sigue estando igual de bueno. Con su melenita, hacía fotos en la calle y quedaba la mar de bien. Chulito hasta la muerte, el cabrón.

No hay comentarios: