lunes, 19 de octubre de 2009

Correcta Cenicienta

Esta tarde estuve ojeando un libro en El Corte Inglés que aún me tiene mosqueada. Me fui para él como un buitre, zas, buscando carroña. Aún me encuentro carroñera y tengo ganas de destripar.

E. tampoco es políticamente correcto. Yo lo fui un tiempo y tuve tanto, me quedé tan despanpuzada, que ahora apenas unas gotas, una páginas, un dibujo de corrección política me dan ganas de vomitar. Estoy desagradable pero a veces hay que echar un poquito de caca al espacio. Y el cuento políticamente correcto de la Cenicienta que estuve ojeando esta tarde tiene todas las papeletas para provocarme indigestión.

Creo que lo que llevé mal fue que estuviera en la sección de libros infantiles. Quizás en la sección autoayuda no me habría provocado la mala leche ésta. Pensé en el cuento original. Pobres hermanos Grimm. Primero Disney y ahora, estas escritoras tan ... topeguays. En el original las hermanastras fueron condenadas por el Príncipe a calzar zapatos de hierro candente hasta morir de agotamiento. La Cenicienta, muchos cuentos de los Grimm, de Perrault, de Andersen, son obras perversas donde los finales casi nunca son felices y donde los castigos son terribles.

Cuando me reconocí sumisa hice un acto de incorrección política. Una especie de burla personal a los mamoneos que viví, hacia la gente hipócrita que conocí. Eso no quiere decir que no sea feminista, lo soy, ferozmente feminista, pero a mi bola, pasando de manuales y reglas, igual que paso de reglas y dictados en el BDSM.

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